Puede que algún día alguien escriba la historia definitiva de la música pop en catalán. Será entonces cuando, de manera natural, aceptaremos que sus mejores momentos provienen de determinadas virtudes que, de forma tozudamente ocasional, reaparecen para alegrarnos la existencia.

Hablamos de pop como el vehículo expresivo de aquellos que intentan gestionar la confusión del mundo que nos rodea, desde una posición que rechaza la transcendencia y la decisión de salvarlo. Haciéndolo con canciones en primera persona que reflejan, a veces desde enfoques estilísticos naíf, la perplejidad vital frente a momentos que se saben determinados por el futuro personal y colectivo. Es entonces cuando la simplicidad se convierte en arte y la ingenuidad en arma.

El tercer disco de LA IAIA, ‘Tornar a ser u’ (autoeditado, 2017), es un ejemplo magnífico donde jarrones, balcones y simples números actúan como metáforas    de las mismas tensiones generacionales que, en tiempos pasados y también convulsos, nos sucumbió con chichoneras (Batiste), séptimos cielos (Sisa) y muñecas de porcelana (Riba).

E, igual que entonces, la decidida modernidad del sonido resulta un argumento incontestable, que augura la pervivencia y el legado.

Puede que algún día alguien escriba la historia definitiva de la música pop en catalán. Y esta historia no olvidará aquello que Crusats, Casa y Turre nos dieron.

Gracias de nuevo, chicos.

 

(Texto: Carles B. Fagen)